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lunes, 6 de junio de 2011

Fragmentos de "Indian Express" seleccionados por lectores


   « Y si me he estado preguntando ¿qué fue, qué es la India
para mí? La respuesta la tengo ahora aquí: la India es un
estado de ánimo.
Un estado de ánimo evasivo, que se sustrae y repliega
en los parajes más propicios donde esperas encontrarlo,
como en ese paseo en bote por el Vembanad o esos campos de té y lotos por los que pasamos. Un estado de ánimo
que persigo desde el primer momento en que pongo los
pies en la India y que, cuando desisto ya de encontrarlo,
aparece por sorpresa en el lugar o momento más inesperado.
No tiene un lugar fijo, puede presentarse en un tren
cruzando una selva en la noche o al doblar una calle en
Bombay.
Y lo que ya intuí en Kovalam se confirma ahora. Sé a
qué he venido: a por algo que no podría volver a procurarme
ninguna otra droga."

"La misma tierra perfumada, el mismo vapor de agua emanando de los campos, como una segunda  atmósfera caliente y húmeda que se pega a la piel. Añoro ese tiempo en el que viajaba, como si viajar en si mismo fuera una cuestión de vida o muerte; con tanta avidez bebía el aire y devoraba horizontes. Cuando viajaba como si me dirigiera en dirección al origen del viento y el corazón de las olas. Cuando viajaba y mi vida nacía de sí misma, procreándose en estos paisajes. Cuando me bastaba con mirar al cielo para creer que el universo tenía un plan para mí y yo iba a su descubrimiento".

« Antes de que pueda darme cuenta, estoy ya acariciando
la caoba como un ciego que tratara de ver el lugar con sus
manos, con su piel, y en seguida me encuentro siguiendo
cada una de las filigranas de la cama, de la cómoda. Y de la
madera, a la piedra de la estatua de Kali que preside la estancia, a las palanganas esmaltadas y descoloridas por el
uso, por ese restregar la sangre con cada parto, con cada
regla. No me basta con mirarlo, necesito tocarlo, tocarlo y sentir cuanto tiene todo aquello por lo que mis manos pasan de esas estatuas de santos y vírgenes miles de veces besados en sus pies o en su manto. Siento la piedra gastada, la madera acariciada, como si el trabajo de los artesanos hubiera sido completado con el pulido de miles de manos antes que yo, cuyo gesto me encuentro repitiendo sin saber ni por qué, tal vez como si pudiera protegerme
de algo malo.»

« Aun habiendo estado muchas veces en la India, todavía me sorprende encontrarme en un sitio así, ante lo que las mujeres que habitaron esas estancias hace siglos querían
decirme, estaban diciendo a todas las mujeres que en los últimos siglos habían visitado y seguirían visitando en los venideros el mismo lugar. Las mil formas que tenemos de
explorar la feminidad ya estaban aquí, en esta cultura, hace miles de años.»

« Si todavía cabe rescatar algo de esa India que se ofrece más allá de nuestra mesa, ahora es el momento de dejarnos llevar hacia una de esas cumbres de belleza y exhalación.
El flautista parece sumido en una especie de peregrinaje, de búsqueda. Aunque se trata de una raga conocida, clásica, con cada nota parece abrir nuevos caminos, caminos
cada vez más sutiles, volátiles, adentrándose en el cielo azul marino. Se diría que cierra los ojos para no perder el camino.
Un bol donde quema incienso preside el escenario, acompañando la música como si se tratara de una ofrenda, un rito, un lugar y momento de tránsito al terreno de lo
sagrado. Que no otra es la función de la música en esta India donde cada hora del día se presenta con su ofrenda, ofrenda de flores, ofrenda de incienso, ofrenda de salmos,
ofrenda de arroz; donde hasta los actos cotidianos más elementales tratan de imitar a los dioses y llevar a los humanos a su terreno.»

“Y de nuevo, la India se impone. Esa India todopoderosa que termina por doblegar la más rebelde de las voluntades, dar la vuelta al rechazo; esa India que había venido buscando y evitando por todos los caminos de Kerala, esa India por la que un día me quedé en la India, esa India a la que vuelvo una y otra vez y a la que más temo; ese lugar
de la alegría al que me acerco con cautela, como un gato.
La música suena ahora con acordes cálidos y sostenidos de suave hoguera, de zarza ardiente; cítara, tabla y flauta unidas en una combustión única, tan trenzadas como el
agua de los tres mares.
La quietud en las mesas vecinas revela cuánta simpatía o afinidad animal hay en estos momentos entre los hombres y cuanto les rodea. En tan perfecta consonancia con
la brisa cálida y húmeda, el oleaje de fondo, la palpitación del mar, hasta mi vida caótica y descentrada parece cuadrar por una noche con esta tierra que da vueltas y esa
luna evasiva.”


SOBRE EL RENCOR Y LA AMISTAD:

El reencuentro con la India como patria de juventud se contrapone al descubrimiento de un pasado inquietante entre las dos amigas que protagonizan la historia y del rencor femenino que puede anidar en la zona oscura de la amistad. Así es el retrato de Che:

"Una mujer depositaria de una rabia superior a ella, depositaria de una furia que para su expresión sólo cuenta con un cuerpo tullido y las artes de escena. Se diría una réplica feroz de la mujer invisible que fue, que fueron todas las mujeres antes que ella, y que tuviera que reclamar para sí todo el protagonismo que les ha sido negado a las mujeres desde que existe el mundo"


SOBRE EL DESENCANTO POLÍTICO EN ESPAÑA::

"Puestos a ser todos de derechas, vamos al menos a serlo con estilo, parecía el moto de la época para los que seguíamos votando socialista. Había sido una entrada en los noventa por la puerta grande del tren de alta velocidad, el bolso caro y el cambio de imagen"

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